Dedos de oro





Para Adriana, loto de luz, con cariño




DEDOS DE ORO (reedición)

El viento, de pronto, ha cesado.
Abro los ojos. 
Alguien ha descorrido el plomizo telón de troncos muertos.
Y el mundo reverbera, inmaculado, inundando mis manos de oro puro.
Toco y atravieso los espejos que afloran infinitos.
Aliso mis cabellos con estos nuevos dedos o llamas de aurora, 
y tres colibríes salen, triunfantes;
despegan de mi coronilla inflada de vientos. 
Y un aroma limpio de limones llueve
 en el silencio.

Soy quietud, como una huella en la nieve. 
Las campanadas de sol retumban en el agua. 
Permanezco sobre todo, en todo, 
libre
como un pétalo
cuya finalidad es
abrirse.