Jilguero




Hoy es día de mercado. Y entre la gente, he visto un jilguero encerrado en una jaula: saltaba nervioso, sin parar, sin entender qué hacía allí; era incapaz de asimilar su captura: imposible sospechar que sería para siempre. El dinero, por encima de él, especulaba con su destino. Alguien, quizá un ángel apesadumbrado, le diría al oído tristemente, sin que él pudiera comprender nada: "Tu canto está valorado en 20 euros; tu canto hermano de la primavera y de los cardos; amigo de las brisas sin tiempo. Tu corazón a cambio de un poco de alpiste y de un mísero mimo del gigante voraz de belleza; del ladrón que sajará tus arrebatos de escapada con sólo una mano".

Las nubes y el viento morirán al llegar a tu jaula; crujirá la vida en los nidos lejanos, sin ti. Tu alma no cabrá en esa jaula; chocará y chocará contra las esquinas de la indiferencia.
Y lejos volará tu canto, derramándose líquidamente sobre flores que no verás; deslizándose por las aguas que nunca conocerás. Y más de un día, un rayo de sol vendrá a visitarte a través de tus barrotes; y tú lo buscarás, arrinconándote en ese pedazo de calor regalado; y desde él lanzarás, una y otra vez, tus trinos, fundiendo por un instante tus barrotes; clamando al color del mundo en notas de hermosa desesperación.
Mientras, yo seguiré mi camino, dejándote solo; pensando en cómo podría liberarte a ti, y a otros tantos millones de esclavos con sus picos abiertos a la nada.


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