El beso, fragmento del cuadro de Gustav Klimt (1907)
HABITO EN TU BOCA
Caminé por un puente de libélulas hasta besarte tan dentro tuyo que ni tú has encontrado mi beso rodando por los caballos de tu sangre. Me he instalado aquí, entre las letras de tu boca; pero no ahora que me estás besando apasionado en el sueño amarillo de esta loca vida; sino antes y después. Siempre.
Porque aunque no lo sepas, siempre me besas..., me besas dormida, despierta, mirando al vacío...
Besas las tortugas que ocultan mi tristeza, el oleaje nervioso de mi cuello, ¡las gaviotas que escapan de mis labios!
Besas mi existir cual día sagrado, fervorosamente.... Perennemente me estás besando, desde que nací. Y vivo en tu boca; y viajo sobre el húmedo delfín de tu lengua, y se me abren las aguas azules de la certeza al amarte y beso en tus labios el sentido de las cosas, y, aun, ¡aun te amo más...!
A veces, al ponerse el sol, yo me recojo en los límites tiernos de tus labios, ondulándome cual maullido en la noche. ¿Me ves? No puedes. Sonrío asomada en la comisura de tu labio, besada, lamida otra vez por ti sin que te des cuenta, salvo por un sabor a almendra dulce que reconoces. Entonces en tus sueños te voy besando más y más dentro...
¡Ay esa boca tuya... besada y besada por mí hasta encontrar a Dios...!
Despiertas y me besas... Te beso... y no importa ya quién es quién...
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