La oruga
avanza con un reloj en cada antena sobre su hoja planetaria.
El sol hunde
su risa de niño en el ombligo de la noche.
Sale el
cangrejo. Jadea un feto. Exhala el tren un adiós de hierro...
Vira el
velero.
Un perro
olisquea el fantasma de una rosa.
Se posa una
bandada de lágrimas
en un ciprés.
Ella le besa
a él…
El tiempo trabaja
con arrugas
en los dedos…
El mar
duerme y se despierta
dentro de un
cuento
que descubre
un niño
en el cajón
de su abuelo.
Cabalga el
mar
sobre peces ciegos
hacia la luz
azul de los ojos del nieto...
Tiempo…
Vosotros os
columpiáis.
Nosotros nos
columpiamos…
Ellos se
columpian
todos en fractales
que vienen y
van…
Van y vienen
en remolinos agudos de gloria,
estela de semillas prístinas,
coros de renovación.
Vuestras manos,
nuestras manos,
sus manos...
son sueños de niños que cantan
agarrados a la
mano del tiempo.
-Los dedos del tiempo tienen alas.-
Corren los segundos como hormigas
atareadas
por un reloj
detenido,
gigantesco,
congelado,
en la hornacina
de Dios.
Tiene ya mucho polvo
extasiado
flotante…
Y él se mira en él;
de un soplido lo expulsa,
y en un suspiro
lo vuelve a crear:
Tiempo.
*