Tu
paz está ahí, replegada en los ocultos pétalos de tu corazón. Bébela
despacio. Vístete de blanco. Cógela, sácala, entrégala. Y camina:
Eres la serenidad.
Eres la serenidad.
La
fuerza de tu ser es un viento de amor: entrégate; multiplícate con las
nubes que rebosan hasta deshacerse en hilos de bendición.
Sal, con el tesoro fulgurante de tu mente.
Sal feliz. Báñate en las olas sublimes de la confianza... Y crece, entregando esa fuente manadora que llevas entre tus dedos.
Sal. En tu columna trepa el arco iris, y el universo entero se aferra a tu ilusión.
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