Teatro sagrado




Yo escuchaba los gritos de tu madre a través de la pared, y podía imaginar las cortinas de tu habitación, bordadas con globos, moviéndose al ritmo de tu inquietud.
Tu mano seguramente buscaba la mía con tacto de ciego, adivinando en qué rincón de mi pared estaba trazando un dibujo del revés.
Taconeos, tenedores sin agarre, arrullos de palomo entre los tubos de escape, lágrimas pegadas al cacao de tu taza, giros de mosca indecisa, lunas tuertas saliendo por tu ventana...
Con todo eso hiciste una bola de papel que tiraste tan lejos como dura el aullido de un lobo.
Entonces, te colaste por el orificio de las cucarachas, me agarraste las manos, y volamos, una vez más, a nuestro teatro sagrado.




No hay comentarios:

Publicar un comentario

Gracias por tu sincera opinión