Me llevan




Adiós, nena. No llores. Volveré.
Adiós, prados rebosantes de vida blanda bajo mis pezuñas; fragancias que tantas veces empaparon mi hocico.
Adiós, libertad, movimientos poderosos de mis patas hacia el verde infinito.
Adiós, sol; cálida mano de luz sobre mi lomo.
Adiós. Me llevan. Una fuerza más grande que yo. No sé adónde. Me arrancan de ti, de mi vida. No llores. Espérame.
Me llevan; el azul, el verde y las nubes se van haciendo cada vez más pequeños.
Aquí no hay luz y huele a miedo. Un dios nuevo, ciego, me ha raptado. Mis mugidos y mi fuerza resbalan en esta oscuridad. Tiemblo. Se ha detenido el traqueteo. Estoy nervioso. Amor, no llores.
¿Qué sala es esta donde respiro coágulos de terror?
Ahora sí. He visto un agujero con luz. Voy a salir. Ya voy.
Pero, ¿qué es esto? Cuántas pupilas amarillas mirándome. Se clavan en mí; me hacen daño. ¿Qué queréis de mí?.
Uno de esos fieros ojos, vestido de brillantes, se va acercando con algo rojo que me distrae. ¿Por qué me hipnotiza la tela ondulante? No sé que pasa, pero estoy furioso. Nadie puede burlarse de mí, ¿me oís? Mi energía colosal, mi furia, mi noble defensa, mi valor, sí, mi valor, todo contra vosotros.
Vosotros, los poderosos. Vosotros, los inteligentes. Sabed que no os burlaréis de mí.
No caerá mi majestad en esa arena. No. Mi bravura será sólo para ella y mis lejanos prados verdes.


2 comentarios:

  1. Vine de la página azul y embestí esta maravilla, esta humanidad dispuesta a su bravura lírica. Agradecido por ello, con tu permiso seguiré leyendo, creo que tus textos reconfortan

    Digamos... Abel

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  2. Este comentario ha sido eliminado por un administrador del blog.

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Gracias por tu sincera opinión