Esta entrada la reedito. Es del 2015. Me gusta porque comentan algunas personas maravillosas que ya no están pero siguen presentes en mi recuerdo. Y ahora... en honor a los libros os añadiréis nuevos e igualmente mágicos amigos...
¡Por los libros, siempre!!
“El estudio ha sido para mí el principal remedio contra las preocupaciones de la vida; no habiendo tenido nunca un disgusto que no me haya pasado después de una hora de lectura”. Montesquieu
Foto: Volarela
De pequeña
crecí rodeada de libros. De modo ingenuo, simple, los abría, los olía, los amontonaba
a mi alrededor... y sin comprenderlos, quería vivirlos, hacerlos míos,
extraerles sus secretos montañosos...
El destino quiso que dedicara buena parte
de mi vida a venderlos; a pasarlos de mi mano a otra mano, también ávida por
recorrer sus páginas.
Seguía oliéndolos, esta vez con aroma a polvo antiguo, a
letargo de chimenea, café, tabaco o luces atrapadas en las hojas amarillentas. Manchas de vida en las hojas y cueros gastados y nobles.
Los libros circularon por mi vida como hojas de otoño al viento... Muchos no cayeron nunca al suelo. Se quedaron a mi lado, en mi memoria.
Ahora siguen a mi alrededor, con letras
de tinta digital; muchos, maravillosos, muchos, ¡muchos...! Abundantes
hasta el colapso de mi emoción... Y los barajo y los ordeno, con devoción de
novicia, porque son la letra de una sagrada canción que nunca acaba...
Y también yo
trato de crear alguno, embriagado de ilusión, ansioso por besar la efímera belleza;
pequeño y locuaz... como yo. **
Un rostro anónimo de labios de tinta,
de cabellera brumosa,
hablándote... desde las orillas de lo imposible.
Tu alma panza arriba,
bajo el cielo estrellado de las páginas abiertas.
Tu cuerpo hechizado,
sobre un mar que no se mueve,
pero te engulle...
Mundos
líricos,
extraños,
fabulosos,
sabios,
profundos,
nuevos,
excitantes...
vienen a acostarse en el lecho de tu mente,
vienen a besar tus recónditos rincones,
a enraizar en tus nervios,
a crecer en tu espesura,
a trepar por el asombro gigante de tu alma.
de la mano,
entre el olvido y la resurrección,
aguardando a esa mano virginal que abre un libro...
y las libera.
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Os invito a recorrer el fascinante mundo de Franciska, finísima poeta y gran fotógrafa. Le ofrecí la palabra "Libro" y realizó una pieza preciosa, llena de ternura: