
Quería llegar. Tenía que llegar.
Sólo el tiempo era mi enemigo.
Aquella tarde el sol raptaba los segundos. Y yo me enfrenté al gran cuerpo de fuego.
Llegaré. No te burles de mis pasos torpes. Mi aliento desencajado corría: uno, dos, sí, pronto, ¡ya!
Aire amarillo, seres de piedra, minutos callados flanqueaban mis pasos. Desafiantes jadeos arrastraban la carga de mi cuerpo.
La tarde se iba cerrando, sin esperarme.
La tarde se iba cerrando, sin esperarme.
No, la noche no va a llegar.
Bastaron dos minutos para comprender. El poder lo tienes tú. No terminará el día sin que tú llegues.
Bastaron dos minutos para comprender. El poder lo tienes tú. No terminará el día sin que tú llegues.
Y llegué.